martes, 20 de diciembre de 2011

Aprender a observarnos para desarrollar la conciencia

Para la ciencia la observación es uno de los pilares importantes a la hora de iniciar la búsqueda de las respuestas a un interrogante o supuesto.


Todos los seres humanos tenemos innatamente esa capacidad de observarnos y observar el entorno que nos rodea, pero la sociabilización y juicios que desde pequeños nos enseñan a formular, muchas veces la condicionan o anulan la veracidad y coherencia de la misma. 

Siempre es posible recuperar esa condición pero a medida que lo hacemos debemos reconocer las barreras que la opacan.
Entre las barreras más comunes se citan: el autoconcepto, prejuicios, emociones encontradas tales como culpabilidad, inestabilidad, intolerancia, falta de concentración, ansiedad y los mandatos sociales ( el qué dirán y/o el debería).

Esto genera la necesidad de desarrollar la capacidad de observación retomando nuestra condición natural de contacto con el cuerpo y desde ese estado del ser, adquirir parámetros que nos permitan observar coherentemente nuestra realidad.

Así como las células primero se conectan con ellas mismas y luego con las demás generando un sentido de unidad, la observación realizada desde ese lugar adquiere calidad y un sentido profundo que está más allá de las palabras.

En la actualidad, nos encontramos frente a un condicionamiento del qué y cómo deberíamos observar, tanto en la ciencia como en la sociedad toda.
Esto le quita valor a la observación conciente porque todos hemos perdido el por que y el para qué hacemos las cosas, volviendo la vida a un simple tener, querer, consumir, parecer, vaciándola de toda raíz verdadera y profunda. Dejándola sin esencia.

En el cerebro se encuentra una pequeña esfera brillante a la que todos podemos reconocer y conectar si establecemos una línea entre las orejas y otra perpendicular a ella desde la nariz hacia atrás. Esta se denomina ente,es el emisor de la mente, cuando aprendemos a reconocerla podemos encontrar qué clase de pensamientos y observaciones estamos llevando a cabo. ¿Con cuánta coherencia estamos observando y pensando?

Este ente se asemeja a nuestro Sol en el centro del Sistema Solar o al núcleo de un átomo, los cuales alimentan la realidad que contienen.
Si aprendemos a reconocer la sensación del cuerpo mediante el uso del ente, previamente respirando y tranquilizandonos sin anular pensamientos ni emociones sino simplemente aceptándolos, sin sobrecargarnos con ellos podemos crear la visión certera (por ejemplo, si algo nos duele sentirlo con claridad, si algo emerge de nosotros aceptarlo con tranquilidad e ir reconciliándonos con ellos) sintiendo cuál es el efecto de ello sobretoda la realidad que vivimos, soltando la ilusión y justificaciones al modo de ser, actuar, reaccionar, sentir, etc.

Esto permite subsanar los vacíos emocionales que causa la observación no clara y la aceptación de la vida sin cuestionamientos.


Esto se puede observar cuando aceptamos hacer ciencia dentro de un marco condicionado por presiones emocionales, un presupuesto y ente regulador dejando de lado el fluir natural a la búsqueda de los aprendizajes concientes y el ciclo normal que acompaña a una observación.

Tal cual lo hacen los niños quienes con su simpleza indagan hasta obtener las respuestas que resuenan en su interior y no sólo que convencen a su mente.


Con la visión certera desarrollada podemos despejar nuestro corazón llegando a un estado de transparencia y armonía con nuestro cuerpo, realidad, entorno y sobretodo con la naturaleza que nos rodea que no justifica nada sino simplemente da y comparte sin barreras.

Con la observación conciente comprendemos el porque estamos donde estamos, el vínculo con todo lo que nos rodea y desde allí podemos alcanzar comprensiones acerca del funcionamiento del Todo.

Los animo a que empecemos a ver y vernos de una manera diferente, tal vez hallemos cosas que han estado por miles de años listas para abrirse a nuestra comprensión pero no las hemos registrado aún.

Sole.





















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